Gabriela Ortega Feria
Padre
E.Ortega Díaz "Ortega el Viejo "
Madre
Carlota Feria Ruiz
Hermanos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hijos

 

 

 

 

 

 

 

Pagina actualizada el 20 Noviembre, 2024 .

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gabriela Ortega Feria conocida como "Señá Gabriela", nació en el seno de una familia gitana y tradicional en la calle Santo Domingo, 28 del barrio de Santa Maria de Cádiz, el 30 de junio de 1862, sus padrinos fueron Cristina Ortega Diaz y el matador de toros Jose Maria Ponce Almiñana y fué una de las hijas de Enrique Ortega Díaz "Gordo Viejo", matarife y gran cantaor gitano, amigo y protector de Silverio Franconetti, quien un día que fue a la Tacita de la Plata, lo echó de menos –había muerto ya–, mandó a parar el coche de caballo en el que iba y, al pasar por Puerta Tierra, le cantó esta seguiriya:
Por Puerta Tierra no puedo pasar
porque me acuerdo
de mi amigo Enrique
y me echo a llorar.
Gracias a la gran amistad de Enrique Ortega, con el genio sevillano, pudo Gabriela
afincarse en Sevilla en 1881, cuando el cantaor de la Alfalfa abrió El Café de Silberio, su café cantante de la calle Rosario -una vez que había roto su colaboración con Manuel Ojeda Rodríguez, de El Burrero, al que Sevilla le debe algo más que una calle-. No cuesta imaginar a El Gordo diciéndole a Silverio:

¡¡Cuídala, Rano –así conocían popularmente a Silverio–, porque es mi joya más preciada¡¡

En efecto, el carnicero de Cádiz sentía una predilección especial por su hija Gabriela, que desde niña destacó como una excepcional bailaora. Sevilla, era la Meca del flamenco, con grandes cafés cantantes como El Burrero, El Filarmónico –dirigido por Juan de Dios Domínguez, el hijo de El Isleño– o el del propio Franconetti. Se iniciaba la octava década del siglo XIX y en Sevilla estaban afincados los mejores cantaores, guitarristas y bailaores de Andalucía. Y también las más grandes bailaoras de Cádiz, el Puerto de Santa María y Jerez, como Rosario la Mejorana, las Coquineras y Josefa la Chorrúa, tía de La Malena. Pero llegó Gabriela Ortega y revolucionó los cafés con una manera de bailar que no se conocía en Sevilla, como se bailaba en barrios gaditanos como Santa María o La Viña. Gabriela, además, era una belleza y se le disputaron varios toreros de fama de la época, aunque solo una la enamoró, Fernando Gómez García "El Gallo", quien como pidió su mano y no se la dieron, la robó, al estilo gitano, se la llevó a Madrid y le hizo un niño, Rafael el Gallo, en el año 1882, que por eso nació en la capital de España el brujo del toreo del XIX. Gracias a ese embarazo, Gabriela y El Gallo se pudieron casar en Sevilla en el año 1885 y pudo nacer en Gelves José Ortega Gómez, el gran Joselito el Gallo, quien revolucionaría el toreo ya en el siglo XX, tuvo cinco hijos más, los tres varones, Rafael, Joselito y Fernando estuvieron muy relacionados con el mundo de la tauromaquia, al igual que sus tres hijas, Gabriela, Trini y Dolores que se casaron con tres toreros de renombre, el Cuco, Manolo Martín Vázquez e Ignacio Sánchez Mejías, respectivamente y una hija llamada Rufina Gómez que "El Gallo" aportó al matrimonio. Aunque se casó con un torero de fama y dinero, Fernando Gómez "El Gallo", Gabriela enviudó el dos de agosto del año 1897 a la temprana edad de 35 años. Fernando Gómez “El Gallo”, su marido, murió en un pequeño pueblo del Aljarafe de Sevilla, Gelves. Tras este duro acontecimiento y como consecuencia de haber dejado de lado su carrera artística cuando se casó, la Señá tuvo que sacar adelante con gran esfuerzo una casa y seis hijos. Trabajó muy duro hasta que Rafael y Fernando empezaron a ganar algo de dinero para poder pagar el sustento de la familia, una vez que, muerto El Gallo, la Casa de Alba los echara de la huerta de Gelves. Demasiado gruesa y cargada de hijos, la bailaora de Cádiz no pudo regresar al baile y pasó lo indecible para sacar adelante a su numerosa prole. Hasta que Rafael y José empezaron a ganar dinero y todo fue bien, aunque la familia estuviera algo maldita, primero con los problemas entre una de sus hijas y El Cuco, tío de Manolo Caracol, quien acabó cortándose el cuello con una navaja barbera por sus amores con Pastora Imperio, cuyo matrimonio fallido con Rafael fue la comidilla nacional, y luego con la trágica muerte de Joselito en Talavera de la Reina, en 1920, con su madre, Gabriela, ya fallecida.

En Madrid murió Granero
y en Sevilla Valerito,
y en Talavera la Reina
mató un toro a Joselito,
qué doló de la Gabriela.
Al tiempo, en el año 1919, ella enfermó. Poco a poco fue empeorando, tanto que la prensa publicó en distintas ocasiones artículos sobre sus problemas de salud. Finalmente murió el 25 de enero del mismo año. Muchos afirmaban que la muerte de Gabriela se debía al dolor, la angustia y el sufrimiento que esta sentía cada vez que uno de sus hijos entraba al ruedo. La Tía Gabriela no lloró la muerte de Joselito, su hijo del alma, porque había fallecido algunos meses antes de la trágica cogida de Talevera. El mismo día de su muerte se celebraron varias misas en la capilla de la planta baja de su propia casa. Sus amigos y familiares portaron el ataúd a hombros hasta las afueras de la ciudad. Acudieron representantes de todas las clases sociales al traslado del ataúd. La comitiva estaba formada por sus familiares, ganaderos, toreros, banderilleros, picadores e incluso amigos de la hermandad de la Macarena de Sevilla, a la que pertenecían Gabriela y su marido. El cadáver de Gabriela fue sepultado junto al de Fernando Gómez “El Gallo” en un panteón que tiempo antes había adquirido su hijo Joselito.